Me dieron total libertad en el diseño del babero, lo único que me pidieron fue que tuviera el nombre en japonés.
Al saber que la mami de la pequeña es una gran seguidora del Madrid sabía que los tonos predominantes tenían que ser los del Madrid el blanco y el morado. Y bueno, las ovejitas me parecieron una preciosidad así que al instante de verlas descarté todas las demás posibilidades que había pensado. El campo de florecillas unifica todo el conjunto del babero.
Las que ya saltaron la valla se merecen un descanso.
Martina
Y las ovejitas preparadas para pasar al otro lado.
Espero que os guste tanto como yo disfruté haciéndolo.